‘En la UIC, me atreví a soñar’

Michelle Garcia De La Vega

Michelle Garcia De La Vega (Foto: Jenny Fontaine)

Se siente como si fuera ayer que puse pie en el campus por la primera vez — una entusiasmada, pero insegura muchacha de 19 años de edad,  sin poder responder a la pregunta más básica: ¿Cuál es tu especialidad principal?

Hoy, al estar sentada en esta ceremonia de graduación con mis compañeros, no puedo sino felicitarme al recordar los últimos cuatro años de innumerables proyectos, ensayos, exámenes, presentaciones, lecturas, sesiones de trasnochar, y mucho más café que debía haber consumido. También recuerdo algo más profundo: el proceso del crecimiento personal.

En los últimos cuatro años, he aprendido mucho de tantos. Semestre tras semestre, profesores me recordaron que ejercitara mi mente, poner mi creatividad en práctica, pensar críticamente, y siempre cuestionar todo. Conocí también a un conjunto diverso de individuos inteligentes con luchas reales, sueños, aspiraciones e historias propias, muchos de los cuales no sólo me han inspirado a perseguir mis sueños, pero también se convirtieron en mis queridos amigos.

En la UIC, me atreví a soñar. Subí a un avión, volé a través del océano y experimenté  la vida en el otro lado del mundo. Estudié en el extranjero en España, algo que nunca pensé que tuviera el valor de hacer.

En la UIC, me sentí pérdida, pero también encontré mi propio camino. Tenía muchas dudas y miedos, pero encontré la positividad y el valor para superarlos. Mi primer año me sentía pequeña, pero hoy me siento capacitada  y me voy sabiendo que tengo potencial para ser mucho mejor. Hice innumerables recuerdos que durarán para siempre y aprendí lecciones valiosas, en particular: si no lo persigues, no lo tendrás; y el fracaso no es el final, es sólo el comienzo.

Hoy, a los 22 años, todavía estoy entusiasmada por lo que está por venir, pero ya no me siento insegura. Me voy de la UIC sabiendo que la importancia del colegio no fue en decidir una especialidad principal, sino fue en obtener las habilidades necesarias para perseguir lo que me hace feliz en la vida, independientemente de donde esa felicidad puede estar.

Este viaje llamado colegio ha llegado a su fin, pero el crecimiento personal, la adquisición de conocimientos y aprendizaje experiencial todavía no han terminado. Le doy vuelta a mi espiga a la izquierda y cierro un capítulo muy especial en mi vida, pero también empiezo uno nuevo.

¡Adiós, UIC, y gracias!

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